Nunca sentí tanto amor, y nunca me sentí tan completa que con los chicos de Mundo de Niños. Nuestras horas juntos jugando en la playa, jugando fútbol, haciendo tareas escolares, escuchando sus historias, compartiendo las fiestas de cumpleaños y las risas y peleas cotidianas son horas que nunca quisiera borrar.
No es fácil resumir mi experiencia con los chicos que forman la familia Mundo de Niños con simples palabras. Todo lo que puedo decir es que mi tiempo con esos niños impactó todos los aspectos de mi vida; me enseñaron muchísimo sobre el mundo y mí misma, sobre felicidad, perseverancia y esperanza. Tener la oportunidad de compartir mis conocimientos con ellos y aprender de los suyos fue una bendición durante esos dos años que estuve con ellos. Cuando uno es voluntario en Mundo de Niños, la cosa más valerosa que uno puede brindar es su tiempo y su amor, en cambio los niños le regalaran el suyo. Se trata de una relación mutual que romperá a veces el corazón y en otros momentos llenará uno de amor, pero siempre dejará una marca.
Katrina, 22, Canadá
(Katrina sigue viviendo en Huanchaco y visita el albergue regularmente)
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